domingo, 25 de julio de 2010

Shinjuku 100%

24/07/10

¡Holaa! Aquí Omi.
El sábado por la mañana fuimos a Shinjuku para hacer un par de cosas. Primero usamos el cajero de una oficina de correos que abre todos los días (casi todas cierran los fines de semana), y luego buscamos Closet Child Shinjuku, una tienda de ropa lolita/gótica/variopinta de segunda mano. Como de costumbre encontramos alguna que otra ganga a la que no pudimos resistirnos.

Almorzamos en un sitio que estaba lleno de tíos japos cada uno a su bola, y parecía barato. En realidad más que barato era increíble, porque por poco más de 500 yenes (4 euros y pico) te quedabas más que lleno. Yo pedí sopa de miso y un tazón de katsudon (arroz, carne, huevo, cebolla etc. Todo revuelto, muy rico) y Elfe arroz con curry y cerdo empanado. Creo que nos convertimos en el foco de atención del lugar, siendo las únicas chicas y además gaijin.

Cuando terminamos nos dirigimos a una tienda de lo más curiosa que habíamos visto en el programa Españoles por el mundo. Se llama “Don Quijote” (escrito en katakana):



Venden de todo, desde pestañas postizas, medias o cosplays chungos (enfermera, colegiala…) hasta flotadores para la playa, relojes o cosas para adultos. Todo es la mar de caótico dentro, vamos como uno no tenga cuidado se lleva por delante más de un expositor. Además en la planta de abajo caminas montado en gente, es increíble la aglomeración que se forma. Yo compré un par de tonterías (porque si no no sería yo, ya me conocéis) y salimos como las balas.

Volvimos a casa porque lo mejor del día estaba por llegar. Le mandé un mensaje a Jennifer preguntándole dónde estaba el Christon Café de Shinjuku, y de camino si se apuntaba a cenar. Dijo que sí, y a las 8 de la tarde nos encontramos a la salida de la estación de Shinjuku (una de ellas, que ya Elfe explicó que salir no es tan fácil…). El Christon Café es una cafetería/restaurante/bar de copas con una ambientación espectacular. Todo está decorado con motivos religiosos entre lo kitsch y lo gótico, con cruces, santos, candelabros, luz tenue etc. La atmósfera es indescriptible, y la comida, aunque no ponen mucha cantidad, no está nada mal.



Para que os hagáis una idea, el menú venía dentro de una “biblia”:



Y lo que me acabó de matar fue que los cócteles tenían nombres sacados de los títulos de las canciones de mi amadísimo Kaya. Olé. Ophelia, Chocolat… También había uno llamado “Jasmine”, y creo saber la razón ^_^. Genial del todo. Elfe y yo nos pedimos un Chocolat, que más que un cóctel parecía un postre, con su cacao, su nata y todo.



Para comer pedimos un plato de gnocchi de patata con salsa de queso azul de yo que sé (y brócoli… buf); la cuestión es que la cantidad era ridícula pero ese día habíamos almorzado tan bien que tampoco importó. Tuvimos que marcharnos a las diez y pico porque a y media había una fiesta y cerraban al público (en este sitio suelen actuar los de Tokyo Decadance, quién sabe). A la salida vimos que en unas vitrinas tenían diferentes muñecos customizados en plan gótico y vampiresco, un verdadero puntazo:



Al salir del Christon, nos dirigimos a un karaoke cercano para pasar otro ratito y cogimos una de las habitaciones (ojo, el edificio tenía 8 plantas más otra VIP) para una hora. Al ser sábado por la noche salió un poco caro, pero ir al karaoke siempre merece la pena. Elfe descubrió que no puede leer las letras en japo (kana y kanji) y se decantó por temas en inglés, mientras que Jennifer y yo le dimos un repasillo a las discografías de Lareine y Versailles, y añadimos alguna que otra canción variada. Espero que Kamijo no se ofenda por lo que hice con su Ascendead Master, lol. Aquí Elfe y Jennifer:



A la salida del karaoke ya eran casi las 12 y Jennifer tenía que ir a la estación para coger su último tren a casa. Nosotras decidimos quedarnos un rato más de “marcha” nocturna y dimos unas pocas de vueltas por Kabukicho, un área de Shinjuku llena de luces y de vidilla. Cuando estábamos paradas pensando a dónde dirigirnos, se nos acercó un chaval guapísimo y la mar de bien vestido y nos preguntó que qué buscábamos por allí y qué íbamos a hacer y tal. Eso fue después de preguntar si entendíamos japonés, a lo que yo dije que sí, que un poco. Le dijimos la verdad, que estábamos paseando, que veníamos del karaoke, tal y cual. ¿Y por qué no nos dio miedo contar nuestra vida? Porque evidentemente era un host ¡y una no habla con un host todos los días! Yo estaba súper rayada intentando seguir la conversación; nos preguntó qué música cantábamos en el karaoke, y empezó a hablar de Marilyn Manson y de Judas Priest (hermanita, me acordé de ti). Una aclaración: los hosts salen a la calle a buscar clientas; la cuestión es que a medianoche no es normal que busquen clientas nuevas sino que atiendan a sus habituales, así que resultó raro que se nos acercara. Pero no nos invitó al club ni nada, después de charlar un rato nos dio las gracias (¿?), se alejó y se puso a hablar con otros hosts, todos ellos mirándonos. Para los que anden perdidos (y aislados de doramas, mangas y anime varios), los hosts son simplemente chicos de compañía que dan conversación (ni más ni menos que eso, no penséis raro). Se les da estupendamente bien charlar con chicas, pero yo creo que mi torpe japonés acabó por espantarlo… En fin, que estuvo curioso, y era muy guapo y nos alegramos la vista un rato por allí. Y no, no tengo fotos de esto, no me peguéis… jaja. Otro día intentaremos sacar fotos.

Volvimos a casa en taxi a las 2 de la mañana. La verdad, molesta bastante que en una ciudad tan grande y con tanta vida nocturna no haya transporte público de ningún tipo a partir de medianoche… en realidad es incomprensible. Menos mal que vivimos lo bastante cerca de Shinjuku y Shibuya como para volver en taxi si nos descuidamos.

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